Recibo muchas peticiones de alumnos y no alumnos con preguntas sobre qué es lo que tienen que hacer para conseguir hacer cierta postura. Por mi parte, yo soy una de esas personas que también se lo preguntan a sus profesores……..
Cuando algo se nos resiste, de alguna forma tendemos a magnificarlo. Vemos posturas aparentemente imposibles de alcanzar y le atribuimos la «mágica» cualidad de abrirnos las puertas de…..¿qué?
Porque más allá del ego, de las comparaciones, del afán por conseguir más y mejor tan propio de la sociedad que nos ocupa y que ocupamos, ¿qué hay de verdad detrás del empeño que ponemos en perseguir esas posturas imposibles?
Soy practicante de ashtanga yoga desde hace varios años. Se que este hecho desconcierta a ciertas personas que no entienden bien cómo practico una cosa y enseño otra……. para mi todo es yoga pero de eso hablaremos en otro artículo……
El caso es que Ashtanga es un ejemplo perfecto de cómo las posturas más avanzadas fisicamente corresponden (en la mayoría de los casos) con un estado de profundización interna. Es decir, si durante años eres capaz de practicar una media de seis días a la semana durante ,digamos, una hora y media, algo dentro de ti se transforma.
Hasta que tu mente y tu cuerpo (en ese orden) no están listos, la postura no llega.
Y esto puede resultar frustrante e incompresible a veces. Pero cuando sucede, entiendes. Entiendes la magia del yoga.
Por eso es importante comprender cuál es la intención real detrás de conseguir ciertas asanas más difíciles.
Cuando se trata de mirarnos por dentro y descubrir los miedos e inseguridades que nuestro cuerpo alberga y que por lo tanto hace que se cierre en banda ante nuevos desafíos, el asunto se complica. Porque al que tenemos delante, sin filtros, es a nosotros mismos. Tal cuál. Tener la capacidad de mirarte por dentro y COMPRENDER es lo más difícil de todo. Traumas, dolor emocional, sensación de insuficiencia o de todo lo contrario, de prepotencia,…. todo está ahí.
Las posturas , avanzadas o no, te dan la posibilidad de explorar la relación que mantienes contigo mismo. De ahí la importancia de saber qué te mueve, si es algo que te va a ayudar a seguir indagando sobre ti mismo o todo lo contrario.
Cuando comprendemos el alcance profundo de ciertas posturas, los aspectos que quedan al descubierto, el camino que te pone en contacto con tu capacidad para encontrar las respuestas dentro de ti, entonces habremos descubierto para qué queremos conseguir esa postura. Cuando lo de dentro cambia, lo de fuera también lo hace.
Pero el camino es largo y uno tiene que estar dispuesto a asumir la responsabilidad de conducir las riendas de su proceso. Y ese es el verdadero reto.