Feliz tras el taller de tres días que Meghan Currie ha impartido recientemente en Madrid y dándome unos días para ir integrando lo que ha sucedido, comenzaré esta entrada apuntando dos cosas:
Supe de la existencia de Meghan hace cuatro años porque alguien me la señaló y no fue amor a primera vista.
Los días previos al taller, mi ilusión por tal evento se había desinflado.
Quizás te sorprenda leer lo anterior si estos días pasados me has seguido en las redes sociales y asistido a mi despliegue de emoción desmedida y momentos de inspiración producto de tan inmenso encuentro pero aclaremos……
De alguna forma considero que Meghan encierra una trampa, y es la propia Meghan. Cuando la ves practicar te sientes cautivado de tal forma por la belleza de sus movimientos que cuesta entender qué hay más allá o qué proceso ha sido necesario para alcanzar tal maestría. Cuando ves practicar a Meghan lo único que quieres es ser Meghan.
La primera vez que vi un video de ella me maravillé ante el espectáculo visual que supone verla practicar. Pero me pareció una práctica ajena, lejana y no entendí.
Por otro lado, tras varias idas y venidas llevo un año y medio muy comprometida con mi práctica personal de Ashtanga, la cuál me ha costado bastante tiempo empezar a entender (soy un poco lenta de procesar) y justo antes del taller acababa de llegar de Amsterdam tras pasar cuatro maravillosos días con el fabuloso Eddie Stern. Mi práctica y aprendizaje personal me tenían algo absorta y pocos días antes del workshop de Meghan me di cuenta que no estaba tan ilusionada como hubiese sido de esperar…..
Sin embargo, a pesar de que ese primer encuentro no fue amor a primera vista y a de que mi práctica personal esté más centrada en el ashtanga estos últimos tiempos, Meghan Currie ha sido y es una referencia constante en mi proceso. Me considero su alumna aunque no haya practicado con ella en persona hasta hace unos días , pero debo tener más de 50 horas de videos de prácticas y meditaciones que me acompañan e inspiran de forma regular.
Tras su imagen traviesa y su voz aniñada , que pueden despistar en un primer momento, se advierte una sabiduría de carácter casi ancestral.
Se percibe perfectamente cuando la tienes delante porque emite una vibración energética que casi se puede tocar. En persona es esa mezcla de niña juguetona de risita descontrolada que se transforma en pura trascendencia cuando toma los mandos y se pone a dirigir al grupo. Y entonces, su voz aniñada se vuelve melodiosa, dulce, musical, mística, en una narrativa que no tiene fin y que te transporta, te eleva y te evade.
Nicky (Be The Practice), el ángel que junto con Lucía Liencres han hecho posible el milagro de traerla a Madrid, me dijo en su día, «Meghan hace alquimia» . Y así es. Su presencia te transforma y eso no es sencillo de experimentar.
Cuando vas más allá de «querer ser Meghan» , de pretender ser capaz de dominar tu cuerpo con esa belleza y maestría desprendiendo una magia etérea , y empiezas a indagar un poco más, te vas haciendo una idea de qué hay detrás de todo eso. Un profundo trabajo de autoconocimiento y transformación marcado por una dedicación muy personal que incluye la gestión de elementos como la depresión , la ansiedad y una determinación de hierro para convertir la oscuridad en luz vibrante . «Your pain is your gift». Meghan no comparte sus movimientos magistrales y su voz mágica como deleite, Meghan comparte las herramientas que primero han hecho alquimia en ella y gustosa nos las cede para que esa alquimia mágica tenga lugar en nosotros.
The Majesty of Being va de todos nosotros. De alcanzar un estado de reconocimiento y amor tal por nosotros mismos que no nos quede más remedio que reconocer y amar a todo y todos los demás.
En esta entrevista que Meghan concedió a Be The Practice sabréis de qué os hablo.
Tras varios día de integración el click más importante en mi ha sido el de aprender a amar mis inseguridades. Tengo tantas que siempre las he considerado una limitación: sentir que no eres suficiente, que no te mereces cosas buenas ,celos, miedo, ….. Meghan me ha ayudado por fin a encontrar un espacio desde el que acogerlas con amor. Llevo tiempo trabajando con este aspecto y otros muchos, pero he necesitado que alguien con una vibración especial me «diese permiso» Porque como ella nos señalaba, son nuestras inseguridades, las que nos hacen vulnerables y las que nos ayudan a conectar al nivel más humano posible con los demás. Que el trabajo de aceptares y quererse y celebrarse es profundo, laborioso, intenso y dedicado. Que querer ser tú y sólo tú (no Meghan ni nadie más) requiere de un compromiso disciplinado con el menor número de fisuras posible. Y la teoría nos la sabemos casi todos los que andamos metidos en esto, pero la clave está en conectar con una transmisión dotada de esa vibración especial que mencionaba antes.
El ambiente del workshop era increíble. Teníamos todos tantas ganas estar bien que la buena energía , el compañerismo, el compartir, el buen disfrutar de estar todos juntos era lo mejor.
La música y la voz de de Benny Holloway sonando en directo durante el taller elevó las dosis de misticismo al máximo
El espacio Nave María parecía haber sido creado sólo y exclusivamente para compartir tal experiencia. Maravilloso y perfecto.
La comida de Cumi nos dejó a todos encantados
Más de 15 horas de intensidad mágica y embriagadora. Aún me queda mucho por seguir asimilando en un dulce proceso de integración que estoy disfrutando muchísimo.
Fotos The Class