El «boom» mediático del yoga, la difusión en las redes , el que lo practiquen y enseñen actores, actrices, modelos, cantantes y el gran poder del medio digital ha despertado la inquietud en muchas personas de querer adentrarse en la enseñanza del yoga.
Y está fenomenal. Si de verdad es lo que quieres hacer.
Te encanta el yoga, lo practicas bien, quieres dar un giro a tu vida y te dices, venga , me lanzo. Hay veces que, sin darnos cuenta, nos enamoramos de la idea o del ideal, pero la realidad nos llega como un jarro de agua fría.
Tu nivel de pasión: lo primero que hay que tener en cuenta es tu nivel de pasión por el yoga, por su filosofía y su estilo de vida. El camino como profesor y practicante es muy intenso. Son muchas horas, esfuerzo, energía, para preparar clases, para no abandonar tu práctica, para seguir con tu vida, para generar el ingreso necesario para llegar a final de mes….. Si no te mueve una verdadera pasión, puede que no dures ni media hora.
Fuente de ingresos alternativa: esto te va a quitar mucha presión. La tranquilidad de no tener que dar 20 clases a la semana para sobrevivir, sobre todo al principio, va hacer que no pierdas la ilusión ni la pasión. Poco a poco, con tiempo y dedicación te irás haciendo un nombre y además de clases grupales podrás participar en proyectos, hacerte con una cartera de alumnos privados, impartir talleres y crear tu propio mundo «empresarial» alrededor del yoga. Desde ahí podrás seguir conectado con tu fuente de genialidad y difundir tu mensaje sin «quemarte».
Ten claro porqué estás y para qué: ¿porqué practicas? ¿qué te ha llevado hasta ahí? ¿qué buscas compartir con tu mensaje?. Ten muy claro que ahora das una patada al suelo y te salen 1000 profesores de yoga. Pero ninguno es TÚ. Tu personalidad, tu mensaje, tu singularidad, tu genialidad, tu creatividad son ÚNICAS. Mira a otros profesores, busca y encuentra inspiración, pero si no eres capaz de procesar, experimentar y articular un buen mensaje, desde eso que te hace EXCLUSIVO, no transmitirás desde el corazón y entonces sí que serás uno más. Sólo echa un vistazo a los maestros que más admiras, desde Meghan Currie a Tara Stiles, Ana Forrest o Sharon Ganon. Todos han hecho su propio método, han vivido la prácica a su manera y la transmiten desde su experiencia, desde lo que les ha servido a ellos y les funciona porque lo hacen desde el conocimiento de su propia experiencia.
Formación: No te voy a decir que la formación es lo de menos, pero casi. En este mundillo, en que no hay regulación oficialmente reconocida y hay bastante confusión al respecto, hay que hacer un ejercicio de discernimiento brutal. La oferta es tremenda, así que déjate guiar por la experiencia del centro y profesor antes de lanzarte a por un título que se puede quedar en papel mojado. Sin embargo, tu capacidad para vivir el yoga te proporcionará las herramientas necesarias para articular un buen mensaje. Si bien la formación ocupa un lugar, la práctica es FUNDAMENTAL. Tu compromiso con ella y el nivel de conciencia que pongas durante tu proceso; practicar con grandes maestros que ya han estado ahí antes que tú y que te van guiando, asistir a talleres, leer, aprender de todo lo que te rodea, observar el proceso de autoconocimiento y transformación que tiene lugar en ti, será lo que te impulse a querer compartir el mensaje del yoga.
No es un camino fácil y no es camino para todo el mundo, pero si te lanzas teniendo en cuenta todo lo anterior, la recompensa lo es TODO.