Este mes de septiembre Madrid ha vivido en evento de yoga como no ha habido otro igual. Y no me refiero a los festivales patrocinados por marcas de ropa, rebosantes de merchandising que han encontrado en el yoga un filón publicitario. Perfectamente válido por otra parte.
Me refiero a otro yoga carente de parafernalia, con cierto punto asceta, que provoca rechazo e irresistible atracción por partes iguales y que paradójicamente está viviendo un auge de popularidad asombroso. Pero esto no es nuevo. Es el yoga que a principios de los 2000 popularizaron Madonna, William Dafoe, Gwyneth Paltrow…. tras el apoteosis llegó la cama y ahora revive un nuevo apogeo. Cada año miles de estudiantes aplican para ir a estudiar a su lugar de origen Mysore, con el cabeza de linaje Sharath Jois, y sólo entre 250 y 300 son los elegidos.
Hablo de Ashtanga yoga, una práctica que tiene tantos recovecos que lo más importante es estar bien informado. Porque la comida nos entra por los ojos, y este es el yoga que , quizás, más nos entre por los ojos.
A principios de mes tuvimos el privilegio de recibir la visita por primera vez en España de PARAMARAGURU (portavoz del linaje) de Ashtanga Yoga, Sharath Jois. Los responsables de hacerlo posible en un despliegue de profesionalidad y saber hacer fueron José Carballal y Rafael Martínez de Mysore House Madrid.
Nunca he practicado con Sharath Jois, pero tengo muy presente lo que evoca y lo que representa. Un maestro comprometido con su labor de transmitir la enseñanza de Ashtanga Yoga tal y como la recibió de su abuelo y fundador SriK Pattabhi Jois.
El workshop consistió en 5 clases guiadas de primera serie. En la práctica de Ashtanga Yoga la clase guiada se suele hacer una vez por semana para ayudarte a imprimir el ritmo adecuado a tu práctica diaria personal. Teniendo en cuenta que en las clases Mysore vas a tu ritmo bajo la supervisión de tu profesor, la clase guiada suele resultar dura. Más que nada porque las “cuestas arriba”las sueles pasar más ligerito y en la guiada no hay trampa…..con lo que 5 guiadas seguidas levantándote sobre las 5 para empezar a las 7:15 de la mañana era un desafío importante.
Ha sido la mayor congregación de practicantes de ashtanga en un evento de este tipo. Sharath Jois suele viajar fuera de la India para llegar a todos lo que no pueden ir a Mysore a practicar con él. El de Madrid reunió ni más ni menos que a 600 personas. Fue increíble.
Lo que más me llamó la atención tras el primer día fue la fuerza del contexto. El efecto que producen 600 personas movidas , en mayor o menor medida, por la inquietud de sensibilizar su conciencia, de ir un paso más allá, de ser un elemento que sume y que no reste. Por un lado esto es precioso, pero por otro un porcentaje bastante amplio se acerca a este tipo de eventos atraídos por la moda y movidos por el efecto masa. Que una vez más me parece estupendo y no lo critico en absoluto, sólo es un aspecto a tener en cuenta para no dejarnos deslumbrar por los números.
Ashtanga Yoga no es fácil de entender. No deja de sorprenderme la cantidad de alumnos que asisten a clases guiadas y hacen completa la primera serie sin una práctica Mysore establecida de forma regular (esto suele pasar en escuelas en las que Ashtanga es un estilo de yoga más y no hay un seguimiento tan personalizado de la trayectoria del alumno) Si no profundizas un poco más, una clase guiada de Ashtanga no deja de ser una sesión de fitness movidita y bastante aburrida por cierto. Por esa razón son muchos los que llegan atraídos por lo que se ve desde fuera y no tantos los que se quedan. Porque el trabajo interno, diario y comprometido, el verdadero regalo, no se ve, se vive y de forma intensa. Un espejo que te devuelve tu imagen de manera brutalmente honesta y sin filtros. Y eso hay que estar dispuesto a manejarlo.
Tengo la suerte de haber encontrado en José Carballal un maestro que personifica la esencia de esta práctica, y sin haber practicado directamente con Sharath Jois creo que deben ser muy parecidos a las hora de enseñar. José no dice mucho, te ajusta lo estrictamente necesario, pero SABES que está ahí y que no pierde detalle. Es impresionante lo preocupado y ocupado que está en hacer que Ashtanga Yoga no sea lo que parece, una demostración de habilidades atléticas, y hacer de esta práctica una verdadera herramienta de autoconocimiento y transformación con los Yamas y Niyamas como protagonistas. Su autenticidad, su dedicación, su compromiso, su seriedad hacia y con la práctica le han hecho labrarse una buena fama de estricto. De hecho yo he tenido mis momentos hacia él, por no entender, por no ser capaz de ver más allá, sólo para darme cuenta de todo lo que tengo que aprender a nivel mental y espiritual en un espacio en el que el ego no tiene lugar.
No es fácil sostener un espacio en el que te sientas «a salvo» sólo a través de una presencia. No es fácil sostener un espacio en el que te sientas libre para experimentar una detrás de otra emociones tales como alegría, orgullo, enfado, celos, compasión, agradecimiento, comparación, reconciliación….. en un despliegue sucesivo que te deja anonadado y que a veces tarda un segundo en cambiar de un estado a otro…… lo que hace que cada práctica sea algo catártico y termines sin saber si reír o llorar o te des cuenta de que la vida y uno mismo consisten precisamente en eso, en un constante fluir. Y como los vinyasas, como la inhalación y la exhalación, todo se va sucediendo con pasmosa ligereza, sencillez y belleza.
No es fácil sostener un espacio en el que reunir a 600 personas para vivir una experiencia única que es casi imposible te deje indiferente.
No se si iré alguna vez a Mysore. De momento no parece viable, pero sí se lo profundamente agradecida que estoy a quienes me muestran un camino que ellos han recorrido antes. El camino hacia ¿lo que nos hace libres y felices como uno solo?. Seguramente sí.
Fotos Mysore House Madrid