Postureo Yóguico

El postureo yóguico es un fenómeno en las redes sociales. El que más y el que menos tiene una foto en su IG haciendo una «posturita» de yoga. Cuanto más vistosa, dificil, arriesgada, mejor.

Como buen fenómeno que se precie, genera reacciones y controversia. Casi todas lo cuestionan porque consideran que es una forma de desvirtuar la práctica, que la despoja de contenido. Que lo único que favorece es la alimentación del ego y no el camino de la instrospección.

Hagamos un ejercicio de memoria histórica. El yoga es un fenómeno muy dificil de trazar históricamente. Se data en 4000 años, pero la verdad es que es muy complicado ser rigurosos en su trazabilidad histórica porque no hay mucha documentación al respecto.

A finales del siglo XIX en la India nos encontramos por una lado con la presencia inglesa (colonización) y con otro con la casi desaparición del yoga. Era una tradición casi extinta que lo practicaban y conocían muy pocos. El Rajá de la ciudad de Mysore,Krishnaraja Wadiyar IV (1884-1940) toma el yoga como una buena seña de indentidad nacional india y acoje al gran maestro Tirumalai Krishnamacharya (1888-1989), el padre de nuestro yoga actual, bajo su tutela para promocionar y difundir la práctica.

En el palacio del Rajá se hacían demostraciones de la práctica con el fin de difundirlo, promocionarlo y hacerlo conocido. Posturas imposibles, auténticos números circenses que buscaban el asombro y la admiración.

De alguna forma era el «postureo» de la época.

Nuestro «postureo» actual quizás no venga movido por el mismo interés que entonces y efectivamente alimente más el ego del practicante que la admiración por el yoga. Pero los dos consiguen lo mismo, poner el foco en la práctica de yoga, hacerlo popular.

Los motivos que nos muevan hacia la práctica y los que nos hagan perseverar en ella son particulares de cada uno. Postureo vacío de contenido o camino de introspección, autoconocimiento y transformación.

Pero una cosa está clara, acerca el yoga a más gente cada vez.