Ritual y sacrificio son pasos hacia la liberación solo si tienen lugar dentro del contexto y el cultivo deliberado del pensamiento discriminado; la capacidad para resistirse a la tendencia mental que de forma tan sencilla cae en la separación.
El sacrificio desinteresado se hace de forma instintiva y nace del amor incondicional, como aquel que hace un padre por su hijo. Este es el tipo de sacrifico que buscamos cuando hablamos de soltar el fruto de la acción.
Rituales y sacrificios son útiles cuando nos despiertan, no cuando nos adormecen aún más. Buscan traer conciencia y claridad manteniéndonos enraizados en una intención que se encuentra cerca del corazón.
Ritual es lo que hacemos y sacrificio cómo lo hacemos. Ambos pueden ser liberadores, pero cuando se realizan con apego al fruto de la acción de una manera que perpetúa el autoengrandecimiento, cuando se realizan desde la ignorancia, carentes de inspiración, se convierten en ataduras sin sentido. Pueden servir para liberar a la mente del patrón habitual de comportamiento, pero en un segundo pasan a ser algo rígido y severo que lo que hace es reforzar tendencias en lugar de aflojarlas.
El primer beneficio de cualquier ritual es proporcionar orden en situaciones, creencias o relaciones complejas. Crean una base estable desde la que tomar acción y de esta forma calmar la mente. Desde la perspectiva yóguica los rituales pueden conducirnos a la experiencia directa de que lo surge y exponer la tendencia mental a sujetar, rechazar, crear y confundir. Y cada momento del día puede convertirse en un ritual y de esta forma en momentos de claridad.
Nuestros rituales incluyen nuestra relación con nosotros mismos, con las personas que nos rodean, con nuestro planeta y también nuestra noción de lo que consideramos sagrado. (Aunque hábito y ritual están íntimamente relacionados, un ritual es algo que involucra la atención, o algo que ayuda a generar conciencia, mientras que un hábito puede ejecutarse de forma mecánica). El yoga, en su aspecto más básico, es un ritual que nos ayuda a mantenernos establecidos en la consciencia. Es un tiempo sagrado para nosotros, para unirnos con nuestro cuerpo, nuestra respiración y con todas las cosas que suceden en nuestra mente: memorias, emociones, pensamientos, sentimientos, objetivos y ambiciones. Es un momento para alcanzar nuestra autopercepción y para intentar aquietar nuestro mundo íntimo. El ritual establece la atmósfera y el escenario para la comunión interior; la práctica es una técnica que nos permite encauzar nuestra atención hacia dentro
Un beneficio subyacente es que cuando realizamos rituales ponemos el foco en la experiencia de transformación, impermanencia y cambio. Pero si se convierten en rutina, son un gesto vacío. Somos seres de costumbre, rutinas y rituales (actividades que repetimos cada día), con lo que la idea es aprovechar este hecho y traer una atención consciente, curiosidad, visión a las acciones que hacemos convirtiéndolas en rituales una y otra vez.
La idea del ritual como campo de entrenamiento para liberar los apegos está firmemente enraizada en el Gita. Krishna explora la importancia de ofrecer pensamientos, creencias y aspiraciones al fuego de la conciencia con un corazón sincero y abierto.
Nuestro sacrificio puede empezar por algo tan sencillo como no ser tan indulgentes en beneficio de nuestra salud, lo que en principio es positivo. Pero cuando las ruedas del ego se ponen en marcha y se alimentan de motivaciones personales y apegos al resultado, es muy fácil perder la perspectiva.
Es naturaleza humana tender hacia la autoabsorción (la tendencia a estar continuamente creando teorías acerca de lo que nos pasa) y es la habilidad para ver a los demás lo que nos puede sacar de ahí.
“La práctica inicial del yoga es la de volver a colocar todo aquello que realmente imita de nuevo en nuestras corazones. Esto se refiere a todos los seres sensibles, sean humanos o no: animales, criaturas o hasta fieras imaginarias. Cuando todos estos seres se encuentran en el centro del corazón, descubrimos que las practicas de yoga no solamente tienen sentido sino que son profundamente satisfactorias y bastante fáciles de realizar. De lo contrario, cuando hemos excluido a un solo ser (por más insignificante que parezca) de nuestro corazón, la práctica del yoga esencialmente no funciona a pesar de todos nuestros intentos. Nos deja molestos, distraídos, infelices e insatisfechos. Entonces, si practicas asana o pranayama, si te contorsionas como un acróbata de circo o si soplas y soplas hasta ponerte azul, no podrás tomar contacto con las profundidades de tu propia experiencia o realmente practicar yoga si has dejado a un solo ser sensible fuera del corazón. Este es el significado verdadero de ahimsa.” Espejo del Yoga pág.101
Que como dice Julia Napier, también es pedir bastante.
Fuentes: When Love Comes to Light (Freeman y Taylor), Una cosa sencilla (E. Stern)